De Educationem

De Educationem

De educationem

Educar es lo mismo
que poner motor a una barca…
hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata...
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
concentrada. (...) Gabriel Celaya

En la actualidad vivimos un periodo en el algunos añoran aquella época “dorada” en la que tenían las mismas oportunidades, vivían algunos por encima de sus posibilidades y en la que la sociedad avanzaba casi por su propio pié porque esa bonanza económica podía diluir cualquier pequeño margen de error en la gestión u organización de los mecanismos que garantizaban los derechos básicos que marca nuestra CONSTITUCIÓN en ese capítulo II, de derechos y libertades.

Por ello y dejando al margen cualquier remoto pensamiento, no debemos escatimar en esforzarnos por ir todos en la misma dirección. Los medios de comunicación, la clase política, la sociedad, nuestra “materia prima”, los alumnos, madres y padres, y todos aquellos que trabajamos por y para la Educación, debemos ser conscientes que nuestro trabajo juega un papel importante dentro de la sociedad: es futuro, prestigio, evolución, y garantiza las libertades y derechos de futuras generaciones; y al margen de cualquier reivindicación y malestar, y conscientes de ello, debemos proteger y velar más si cabe, para que este patrimonio inmaterial que tenemos, la Educación, esté asegurada de generación en generación, con unos mínimos principios de calidad, continuidad y garantía.

Es nuestra responsabilidad, y por ello debemos desarrollar estrategias que dinamicen nuestro trabajo con nuestro vastísimo marco legal de trasfondo que engrandece nuestra democracia, y despojándonos de cualquier pesimismo e indefensión aprendida, abordar nuestro trabajo de una manera optimista e ilusionada, dinamizando todos y cada uno de los estamentos que participamos en ella, para intentar retomar así, el camino del optimismo, eficiencia, calidad, del trabajo en equipo, y por qué no, la sonrisa.

Los principales problemas a los que nos enfrentamos, a parte del evidente problema económico a mi entender son el fracaso y abandono escolar, la devaluación de gran número de procedimientos educativos y finalmente un colectivo profesional cada vez más desgastado.

Todos coincidimos en que un pacto político nacional en materia de educación sería un buen principio, para que así se pudiera legislar y madurar un sistema educativo todavía joven, cosa que no pasó tampoco en sus antecesores más inmediatos. Pero independientemente de eso, debemos creer que podemos mejorar y no obstante buscar soluciones dentro de nuestras posibilidades:

Convencer para creer: debemos aplicar también nuestras “armas” del discurso pedagógico entre nuestros colegas de profesión. No solamente se trata de un acto de fe, ni de un trabajo de supervisión ni burocrático. Debemos ser personas que cuidan de personas. Ser profesionales ejemplares que inciten al trabajo bien hecho, al esfuerzo, al trabajo en equipo, a la superación y al razonamiento constructivo de nuestro trabajo.

Buen hacer.

Promover el uso de las TIC en la gestión y la organización de los centros docentes.

Afrontar y dinamizar de una manera positiva y entusiasta cualquier reto, compartir experiencias y fijar nuevas metas de una educación que mira hacia el futuro.

Respetar el principio de autonomía del centro pero unificando y a la vez compartiendo principios.

Difundir e interiorizar el principio de “evaluar para mejorar”

... Y por supuesto mayor respaldo de las Administraciones y de las familias.

Para finalizar, citaré un texto de B. Franklin: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. Quizá este, sea un comienzo.